Por Víctor Suarez
Me gustaría estar
equivocado sobre mis aseveraciones, sobre lo que podría ocurrir el
20 de mayo a la media noche, cuando uno de los dos partidos se
declare ganador, o mejor dicho cuando ambos bandos se declaren
ganadores, como siempre ha sucedido, mucho antes de que la junta
central electoral haya declarado un ganador y entonces, el partido
contrario no acepte dicha declaración, o dicho triunfo.
Lo que me aterra
del momento presente, de este proceso electoral en el que estamos
sumidos, es el bipartidismo en el que el pueblo dominicano sin darse
cuenta a caído, al bipartidismo en el que los sedientos de riquezas
y de posiciones han llevado el proceso, se ha polarizado el pleito
eleccionario y esto desde mi punto de vista es sumamente peligroso
para el país, debido a lo poco tolerante que son nuestros dirigentes
políticos.
El pueblo en vilo
perderá su sueño y lo más osados se lanzarán a las calles a
defender el triunfo de su partido, dando credibilidad a lo que el
centro de cómputos nb de su partido les ha dicho, ambos, se
declararan ganadores. Que Dios nos coja confesado ante lo que podría
suceder, porque, en este proceso, peligrosamente matizado de
violencia, ya no están los pacifistas por excelencia, el profesor
Juan Bosch y el doctor José Francisco Peña Gómez.
No es que quiera
predecir el futuro con visión negativa, sin embargo, la situación
es espinosa y hay que tener disposición de poca visión, para no
darse cuenta que se avecina una crisis y hay que estar claro, de que
después de esta oscura campaña electorera, la probabilidad de un
tranque es inminente y la posibilidad de un estallido social, esta a
la vuelta de la esquina.
Las acusaciones de
corrupción, ciertas o falsas, envían un mensaje al pueblo de que el
cambio ahora y en todas las contiendas electorales anteriores, no es
de estos partidos de manilargos, de uno a otro, partidos dirigidos
por sujetos pobres de mente y de una falta de contenido espiritual
que da miedo, de falta de respeto al erario del pueblo.
El cambio es de
mentalidad, de servicios, de solidaridad, de amor, de entender que la
vida es para vivirla en armonía para todos, no unos bien y otros
viviendo en la más absoluta miseria, que este cambio, el cual debió
haberse dado ya, en estos dos partidos, los cuales se hacen llamar,
uno, de la liberación y el otro, el de la revolución, no son
quienes harán ninguna transformación sustancial, para que este
pueblo cambie de vida.
Pero, de alguna
manera, el descalabro en el que vive este país, tiene que tocar
fondo y no me sorprende que sea, por la poca sensibilidad con que
estos gobernantes han manejado la política social para este pueblo,
por los innumerables errores políticos cometidos por los bandos hoy
impugna, yo no seré de los que se lancen a las calles a defender
partido alguno, pero, si seré de los que construiré mi trinchera
para defender la patria.