¡CUANTA INIQUIDAD!

Por Víctor Suárez

La política es el arma más cruel para el engaño en la sociedad dominicana, y es desalmada porque atenta contra la vida misma de las almas ingenuas de la nación.
Estos señores, en su mayoría, surgen de la más espantosa de las miserias, de los barrios paupérrimos del país, a los cuales aun se les ve la secuela del hambre en la dentadura, cerebros atrofiados por la amargura de la carencia.

Surgen como líderes embaucadores entre la masa subvertida del barrio, y se les vende como salvadores, solucionadores de los males del sector, del barrio, del municipio, de la circunscripción, etcétera. La gente cree en ellos, por ser un muchacho del barrio al cual todos conocemos y otra vez depositamos toda nuestra confianza en ellos.

Pero, otra vez nos engañan y despertamos una mañana cualquiera con que ese muchacho del barrio es multimillonario, mientras los problemas del arrabal siguen siendo los mismos y sin ninguna solución. Ese tunante del barrio ya no es el mismo, porque ese usó su truchimanería para engañar a los votantes y poder obtener un puesto en el gobierno, llenarse los bolsillos como todo un cleptómano y olvidarse de las promesas de solución.

Por derecho nos toca vivir en mejores condiciones de vida, tenemos que entender que el engaño en los partidos políticos ha sido repetitivo, por lo que hay que cambiar esta forma de hacer política, no conozco un sólo funcionario de alta o media jerarquía que haya salido pobre de su posición, aun de haber estado allí unos pocos años. Entonces ¿por qué creer en ellos?

El país no se le puede dejar a los necios, a los manilargos, ni a los injustos, el país hay que defenderlos de esta clase de asaltantes de las cosas del estado, la nación es la casa de todos, donde todos debemos vivir, donde los vienes sean divididos de forma equitativa para todos y cada uno de los que aquí vivimos.

Vasta de vivir de favores, la gente en el gobierno creen que le hacen un favor a los desposeídos cuando le dan una que otra cosita y los hacen sentir como miserables pobretones a los cuales se les quita el hambre con lo mismo que le han robado y que a ellos de todo modo les pertenece. Señores vasta de tanta iniquidad.
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