
Nací en una humilde comunidad de Loma de Cabrera llamada la Ceiba, 22 de septiembre de 1957, mi madre Natividad Franco y mi padre Francisco Suárez. En mi crecimiento gracias a mis padre jamás escuche hablar de corrupción, ladrones políticos, extorsionistas, mi madre solamente quería que viera las cosas hermosas de la vida, por eso crecimos mis hermanos y yo sin televisión y sin muchas de las cosas que desde sus puntos de vista nos podrían influenciar negativamente, pero uno es mitad lo que nos enseñan nuestros padres y la otra mitad lo que aprende de la vida, por eso, cuando mis ojos despertaron la otra mitad en la que mis padres no podían influenciar, comencé a ver la parte, corrupta, inmunda, antihumana, ladronesca de la humanidad, de la que ellos nunca me hablaron, mi reacción fue oponerme a todo aquello, aunque gracias a ellos(mis padres) yo era solamente del mundo positivo, del mundo bueno, del mundo humanitario, por eso pude entender que ellos no querían que su morenito bello perteneciera jamás a las bandas de los malos, los malvados, los inescrupulosos, si no a los que defendieran la vida de los demás, al bien absoluto, que fuera del grupo de los que no necesitan riquezas para vivir, si no amor, intelectualidad, ternura, y que el cetro de la justicia no pereciera nunca en mi mano, que no sacara de mi mente el castigo a los malvados, a los que les quitan el pan de la boca a los pobres para ellos acumularlos, a los responsables de que por una medicina barata una persona muera. Todos mis años los he vivido en contra de esa clase de gente, de los que se creen que no morirán nunca, de los que creen que pueden comprar la vida eterna con lo que les roban, les quitan y les sustraen a los infelices. Hoy cumplo más de la mitad de mi vida y mi única arma para vivir en paz con migo mismo fue la razón de saber que hay que vivir para darle la mano al que nada tiene, que la riqueza del mundo es cuestión de todos, que la naturaleza, no le pertenece a nadie en particular y en ocasiones pienso que mi país es la tierra entera, por eso todos los habitantes de ese país son mis hermanos, que mi pan es el amor, que mi aversión es la guerra.
Por eso hoy te felicito Víctor Suárez, no tan sólo porque cumples años si no porque el dinero, no te engulló en sus garras, ni las drogas, ni el alcohol, ni el desenfreno, en los caminos de la vida.
Te felicito porque disfrutas de una puesta de sol, de un amanecer, lluvioso, o el alba armoniosa de un día de abril, porque disfrutas de una noche estrellada, de un beso tierno bajo la tenue luz de la luna, pero sobre todo porque jamás te pondrías a espaldas de tu pueblo por prebendas, ni riquezas. Te felicito porque hoy no te llamaran papá y mamà para decirte felicidades hijo mío, aunque desde lo más profundo de su ser en el paraíso donde se encuentren, te enviaran todo el amor permitido por Dios, para tu felicidad en este día. www.victorsuarez.com.do
Por Víctor Suárez
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