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Wednesday, August 5, 2009

La carente vida del maestro Por Víctor Suárez

La carente vida del maestro
Por Víctor Suárez
Antes de amanecer el día, el maestro está de pié frente a la cama. Un café para marcharse, a veces nada, una tiza, un borrador y a la habitual batalla.
Yo me pregunto: ¿que come un maestro? ¿Como viste? ¿Como y donde vive un profesor con un salario que sobrepasa el límite de la miseria? ¿Como sobrevive? ¡Como se acostumbra un ser humano a la carencia!
¿Que puede enseñar una persona que lleva su mente ocupada con la necesidad? Creo que también lo que instruye es su propia insuficiencia.

Aterra esa pasividad del maestro ante su situación económica, esa actitud que a todos hace creer que están viviendo en la opulencia, en techo propio, que al parecer tienen la tecnología y las herramientas a mano, para hacer un trabajo con excelencia, para limar el entendimiento de los alumnos. No luchan, no exigen el derecho a vivir como maestros de verdad.
Los discípulos caen en la mano del maestro como un papel en blanco y de lo mucho que debe traer el experto en su caja de conocimiento, se llenará ese cerebro cándido, pero, como la carencia es generalizada en el maestro, eso es lo que se transferirá al pupilo, y esa insuficiencia será arrastrada el resto de la vida, en esos que buscando la verdad completa, y sólo encuentran una realidad a media en un maestro poco tecnificado y poco ilustrado.
¿Quien le dará la mano al maestro? Al que necesita tenerlo todo a la mano, al que necesita vivir en paz, tranquilidad y en armonía espiritual, para tener la oportunidad de investigar, enriquecer su intelecto y cultivarse más cada día, para enfrentarse a los nuevos cambios técnicos y científicos, que exige la civilización presente, para un futuro brillante.
No más maestros en el hambre, en la carencia, no más maestros en el pluriempleo, no más maestros, fuera de la realidad social que vive el nuevo orden mundial.
El profesor tiene que estar en la escuela con todo lo necesario para enseñar de verdad, no una enseñanza pírrica y deficiente, porque él no tiene ni siquiera lo básico para vivir como humano.
El maestro es un fabricante de ternura, amante de la vida y sin la vida, matiz de la pena y la alegría. Maestro luz de las mañanas tristes, monumento firme en el camino, claridad de fuego y destinos, maestro forjador de esperanzas. Maestro canción de pétalos, estación divina, asolador insomne del silencio, maestro surco eterno de simiente. Quisiera verte maestro, alcanzando las estrellas, bajo un sol de primavera, vertiendo penas al viento.
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